sábado, 7 de noviembre de 2009

Recordando los ojos que miran al cielo..........................

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Now playing: Loreena McKennitt - Courtyard Lullaby
via FoxyTunes Una trivial conversación entre amigos, llevó inesperadamente mis recuerdos a un lugar donde la magia y el misterio fueron mis compañeros de ruta y el asombro se sumó para no abandonarme por varios días allá por la década de los 80.
Rapa Nuí devela, para quien sabe escudriñar entre sus piedras, más enigmas que certezas, más intrigas que respuestas y más silencios que voces.
Rapa Nuí es el nombre que los habitantes locales le dán a la Isla de Pascua, perdida en el Pacífico y legalmente perteneciente a Chile uanque vean a estos casi 2000 habitantes como algo lejano y exótico que poco o nada tiene que ver con el pueblo chileno.
A 3700 km de Chile y 4050 de la Polinesia ,la isla es la más aislada de todo el mundo, su lengua oficial es el español, sin embargo la mayoría de sus pobladores se comunica en un dialecto propio típico de la Polinesia.
Se denominan a sí mismos los "rapanuí" como a su isla, orgullosos de su pasado, extraños y afables con los visitantes. En el siglo XIX, parte de su población fue secuestrada y conducida al
Perú para ser esclavisados para trabajos forzados.

Miru A'Hotu y Tani Teako A'Hotu, de la tribu de los miru, habían aprendido de Have Hake cómo hacer los "moai".
Muerto Have Hake se mantuvieron cuidadosos de no revelar el secreto. De tal modo que se constituyeron en los maestros de la cantera de Rano-raraku .

El volcán abrió sus entrañas, y bajo el golpe febril de los escultores, fue entregando "moai" cada vez más gigantescos que, caminando solos, iban a ubicarse en distintos lugares de la isla. Muchos "moai" salieron de ahí.

Al compás de los cantos, de ritmos autóctonos, iban dibujando rostros sobre la roca grisácea, mientras los maestros Miru A'Hotu y Tani Teako A'Hotu dirigían a los escultores. Primero la cabeza, luego el cuerpo, el fino tallado de las orejas y de las manos, hasta que por fin el último golpe rompía la unión de la montaña, los moai, con sus órbitas secas, la nuca aplastada, con una mueca desdeñosa en sus finos labios salientes y las manos cruzando la barriga, bajaban del volcán caminando, iban hacia los "ahu".
Una tarde, mientras servían a los maestros la comida, uno de los ayudantes preguntó:

- Miru A'Hotu, ¿cómo se forma la cabeza de las estatuas?
Este sonrió y dijo:

- Es muy fácil; mira la tuya, entonces sabrás cómo la formamos.
Luego, otro preguntó:

- Tani Teako A'Hotu, ¿cómo se forma el cuerpo de los "moai"?
Y la respuesta fue la misma.

Ute-uka y Manu-ataki, que habían formulado las preguntas, regresaron preocupados a sus "hare-paena". No lograban comprender las respuestas. Como la hora era avanzada y la brisa soplaba tibia, decidieron darse un baño. Una vez en el agua, se miraron sus cuerpos, sus sexos y sus cabezas. Vieron que tenían una notable semejanza como los "moai". A partir de ese momento comprendieron que para hacer buenos "moai" deberían tomar como modelo sus propias figuras.

Ute-uka y Manu-ataki probaron esculpir una estatua, pero ella resultó muy fea. Los isleños al verla estallaron en risas y se burlaron de los escultores principiantes. Volvieron a esculpir otra, que resultó mejor, pero aún con defectos, hasta que un tercer "moai", que llamaron Have, fue perfecto, como la obra de sus maestros.
Llenos de alegría, Ute-uka y Manu-ataki ordenaron en voz alta: "¡Levántate y camina!". Y la estatua se incorporó y se fue caminando hacia Hotu-iti. Saltaron de regocijo: conocían el gran secreto, y para evitar competencias no buscaron ayudantes, sino que tomaron a una vieja para que los atendiera. Era una mujer vieja, fea, pero ignoraban que ella era bruja.

En una ocasión que los escultores salieron a pescar, y estuvieron todo el día en la faena, no cogieron ni un solo pez. Al anochecer, Ute-uka, desganado por el caso, lanzó al agua en un último intento la red. Al recogerla la sintió pesada; llamó a Matu-ataki, y con asombro vieron que en ella venía la fabulosa tortuga Urarape-nui, muy buscada porque existía la creencia de que al comerla se adquiría inteligencia extraordinaria, larga vida y mucha fuerza. Rápidamente la mataron y se la adjudicaron en partes iguales. De regreso, en la playa, prepararon un sabroso "umu", que se comieron sin dejar nada.

Al día siguiente, al amanecer, llegó la mujer que los atendía. Al ver la coraza de la tortuga, ansiosamente buscó un trozo de carne, sin encontrar nada. Dominada por la cólera, preguntó:

- ¿Dónde está mi parte?
- No hay nada para ti -le respondieron Ute-uka y Manu-ataki.

La vieja se llenó de rencor, y sin decir nada se alejó furiosa a refugiarse en una cueva. Al atardecer, mientras el viento movía ondulante al pastizal, vio venir, desde las faldas del volcán Rano-raraku, a algunos "moai". Indignada les salió al encuentro, y con voz terrible les gritó:
- ¡Detenéos, no caminéis más!.
Y los "moai" quedaron paralizados. Entonces la bruja, volviéndose hacia los "ahu", ordenó:
- ¡Caed de vuestras bases!
Y los colosos, que permanecían arrogantes, inmóviles sobre las plataformas, cayeron acompañados de un estruendo ensordecedor.
La vieja, asustada de lo que había pasado, quiso huir, pero en su intento fue aplastada por un enorme "moai". De los hombres no se supo nunca más.

Cientos de leyendas hablan sobre la existencia y creación de los colosos, lo único importante para mí fue estar allí y verlos, jugando entre verdades y fantasías, ensueños con cielos azules y aguas verdes, playas blancas y silencios sonoros , temeraria búsqueda de verdades que nunca me serán develadas y prefiero que así sea, el mundo que habitamos sin misterios no vale la pena ser vivido................................


De las leyendas del origen de la Isla de Pascua, se desprende que ésta sería la única salvada de una gran catástrofe donde todo un archipiélago desapareció en el centro del Pacífico Sur.

Fue el capitán holandés Jacob Roggenveen el primer occidental en llegar a la Isla de Pascua en 1722 encontrando una tierra devastada por la erosión, la sobrepoblación y las luchas internas. Tampoco le pasó desapercibido el hecho de que en esa porción de tierra coexistieran dos etnias antropológicamente diferentes. Cuyas diferencias sobrevivían pese a la frecuencia con que se llevaban a cabo matrimonios mixtos. Las comunidades en sí apenas recordaban sus diferencias originales, pero a Roggenveen le quedó claro que mientras uno de los grupos nativos era de estatura media-baja y mostraban una piel morena, el otro sobrepasaba la media normal de la zona, siendo unos indígenas de rasgos más indoeuropeos, que mostraban una tonalidad dérmica mucho más clara.



Los rapanui se llamaban así mismos como a su isla. Descubierta el domingo de la Pascua de Resurrección de 1722 por Jacob Roggenvee, la conocemos por ello como Isla de Pascua. Citamos sus misterios... los moais, especie de hieráticas esfinges o dioses, bustos de personajes que presumiblemente retrataban a las cabezas de los clanes, como lo hicieran los olmecas; su población, los orejas grandes, con rasgos de índole indoaria. O sus túneles subterráneos que comunicaban la isla con el mar e incluso supuestamente con las otras islas.
Los rapanui se llamaban así mismos como a su isla. Descubierta el domingo de la Pascua de Resurrección de 1722 por Jacob Roggenvee, la conocemos por ello como Isla de Pascua. Citamos sus misterios... los moais, especie de hieráticas esfinges o dioses, bustos de personajes que presumiblemente retrataban a las cabezas de los clanes, como lo hicieran los olmecas; su población, los orejas grandes, con rasgos de índole indoaria. O sus túneles subterráneos que comunicaban la isla con el mar e incluso supuestamente con las otras islas.

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