domingo, 1 de marzo de 2009

Solo el Ángeluz acallaba los suspiros del pecado.....



Llegar a Arequipa despues de más de 20hs de viaje en bus desde Lima podría desalentar sin dudas a más de un turista convencional, pero cuando se arriba como "viajero" la cosa es distinta.
Arequipa fue fundada en el año 1.540, edificada en la falda del volcán Misti a 2.350 m sobre el n/mar. Construída en "sillar" (material de lava volcánica petrificada, de color entre blanco y perla, que al ser iluminado por el Sol provoca una extraña aura o resplandor), motivo por el cual el llamada "La Blanca". Sus construcciones mantienen una fusión de estilos arquitectónicos (plateresco español y barroco italiano con toques de la arquitectura nativa), que dieron como resultado el "estilo arequipeño".
Como era lógico, para nada de lo que me iba a encontrar estaba preparada y por lo tanto me entregué mansamente a las sorpresas con las que me topaba a cada paso y que por cierto no daban descanso a mi capacidad de asombro.
Sin duda allí, hay un momento único que fue al recorrer los claustros del Monasterio de Santa Catalina de Siena, única ciudadela en el mundo moderno dónde habitan todavía monjas de clausura que mantienen votos de silencio como hace 500 años.
Al traspasar el portal de madera por donde entraban las postulantes a novicias, traté de buscar dentro mío algún sentimiento que me hermanara con esas mujeres que desde hace siglos ingresan al monasterio, dejando trás de sí, su vida, su familia ,sus sueños , sus sentimientos de mujer y hasta su nombre. Ese portal se atravieza una sola vez y solo de ida:" En Santa Catalina se muere para el mundo y se nace para ser esposa de Cristo", eso me fue dicho por la última persona que me dirigió la palabra antes de ingresar al Claustro del Silencio (lugar dónde todavía hoy las novicias permanecen dos años sin articular palabra).
Durante tres horas y completamente sola recorrí la ciudadela ,con la sensación de haberme sumergido en un pueblo medieval, siempre me acompañaban dos amigos de viaje:el sol intensi del cielo peruano y el silencio inquebrantable de ese lugar. Calles y callejas, geranios rojos y blancos, claustros (el del Silencio, el de los Naranjos, el de los Jazmines, el del Olivar), la enorme iglesia con sus imágenes talladas a mano y con mantos de terciopela y pedrería, el dormitorio de las monjas plebeyas, la cocina, la huerta y por supuesto el cementerio, y ahí recordé :"A Santa Catalina solo se entra........"
Celosamente protegidos por cristales están los documentos y pergaminos de admisión de las postulantes dónde figura la dote en monedas de oro que debía entregar la familia al ingresar, el ajuar de hilo y seda para el Ofertorio y la cantidad de esclavas que aportaba la niña en cuestión para su servicio personal y del convento.
Permanecí bastante tiempo revisando los documentos hasta que algunos de ellos me produjeron un escalofrío (que hasta el día de hoy se repite cuando recuerdo lo que encontré), la mayoría de las ingresantes eran jóvenes entre catorce y veinte años (estas últimas mujeres grandes para la época y sin esperanza de casarse), que tenían título de nobleza y que la gran mayoría llevaba algo más consigo que la dote y el ajuar y un par de esclavas. Junto a los documentos de entrada en muchos casos ví actas de nacimiento de niños nacidos en los claustros pocos meses despues de la llegada de las novicia. Niños bautizados solo con nombre de pila y amadrinados por otra religiosas
que daban fé de haber entregado a los pequeños( "aparecidos en el portal de entrada"), a buenas mulatas cristianas que los llevaban a casas de sus amos....................................................................
Santa Catalina, en mí , dejó la experiencia de haber vivido por unas horas en la España de Don Quijote, el llanto acallado brutalmente de niños arrancados a sus madres y quejidos de amor ahogados por el Ángelus del atardecer.....................................................................................................

El sonoro silencio de las vírgenes



"Solo el hombre que contempla la salida del sol en Machu Pichu siente a Dios a su lado............"

Yo, personalmente no lo creía, sin embargo ese amanecer de Enero despues de varias horas sobre el camino del Inca, con un guía-niño (un cholito de no más de diez años), desde el borde de una terraza de cultivo, ví el sol salir y estalló en mí la más humana de las manifestaciones del hombre........lloré espontánea e incontrolablemente.
No puedo ni podré nunca trasmitir los sentimientos que me embargaron, sin embargo siendo una agnóstica declarada, sentí a Dios.............
Las palabras se atenazan en la garganta y es imposible pronunciarlas, falta el aire aunque se flota en uno de los tejados del mundo, no alcanzan los ojos para captar lo sobrenatural del paisaje y el plexo solar se impregna de una energía ignota y milenaria pero tán palpable como las lágrimas que me desbordaban.
No podía dejar de pensar que las mismas piedras que yo pisaba, siglos atrás habían sentido los pies descalzos de las sacerdotizas-niñas, las "Vírgenes del Sol" que desaparecieron sin dejar rastros con la llegada de los conquistadores. Los nobles descendientes de la estirpe de Mama Oclo y Manco Capác, ofrecían con honor a sus pequeñas, para ser consagradas a Inti el dios que permitía la vida del Tahuantinsuyo.
Las llamas y las vicuñas , recorrían los senderos tallados en la montaña con la familiaridad de quien es parte de ese lugar, la pertenencia entre el paisaje, el medio y la vida.
Muchas son las historias que se guardan entre esas rocas , desde la enigmática desaparición de las vírgenes custodiadas por guerreros del imperio, la huída de algunos nobles seguidores de Atahualpa el Inca asesinado por Pizarro, los sacrificios humanos de adolescentes y niños que las nieves eternas preservaron de los humanos depredadores y que lentamente hoy regresan a la luz por el deshielo antinatural del efecto invernadero, y dejan los cuerpos ofrecidos a los dioses desnudos para ser profanados en aras de la investigación.
No existe el silencio en Machu Pichu, es permanentemente quebrado por el aleteo de los cóndores que gobiernan los cielos, el viento susurra constantemente en los oídos y deja escuchar un lamento lejano. Los hijos de esa tierra dicen que es el llanto de las Vírgenes del Sol que reclaman desde la eternidad su ciudad divina profanada por los hombres blancos, la especie más depredadora del universo........................................

El silencio sonoro de las vírgenes