lunes, 26 de julio de 2010


FUNDACIÓN MÍTICA DE BUENOS AIRES

¿Y fue por este río de sueñera y de barro
que las proas vinieron a fundarme la patria?
Irían a los tumbos los barquitos pintados
entre los camalotes de la corriente zaina.

Pensando bien la cosa, supondremos que el río
era azulejo entonces como oriundo del cielo
con su estrellita roja para marcar el sitio
en que ayunó Juan Díaz y los indios comieron.

Lo cierto es que mil hombres y otros mil arribaron
por un mar que tenía cinco lunas de anchura
y aún estaba poblado de sirenas y endriagos
y de piedras imanes que enloquecen la brújula..................


Los hombres, si bien somos seres terretres, tenemos una atracción casi amatoria con el agua, y el encuentro con ella es mágico y fasinante. Las costas, las playas y los puertos nos unen en la línea del horizonte con el sueño de la eterna libertad permitiéndonos soñar con sitios exóticos y lejanos a los que podemos arribar con el simple impulso de la imaginación.

Muchos han sido los paisajes que me asombraron, pero reconozco que las costas me producen una suerte de introspección que inevitablemente lleva a la confidencia y a la complicidad, que hace compartir vivencias y recuerdos en un diálogo cómplice o en un soliloquio interior. Las tardes de invierno son intimistas de por sí, pero una buena taza de café mirando el río o el mar en compañía, dejan el bienestar de la charla compartida en voz baja con retazos de vida desplegados ante los ojos de quien nos escucha y nos regala parte de su propia historia.

Siempre que un atardecer me sorprende en las costas del Plata no dejo de evocar los versos de Borges y su "Río aleonado"................................................................


No hay comentarios:

Publicar un comentario