lunes, 23 de marzo de 2009

Los celos del Lolog......


Teniendo apenas nueve años pasé dos meses en San Martín de los Andes y conocí el Paraíso sin duda. Corrí por las orillas del Lácar, escapé por la falda del cerro "Las Bandurrias", monté cáscaras de nueces en las aguas de las acequias para que navegaran libres camino abajo, aprendí todos los verdes y los ocres que ningún pintor podrá tener en su paleta jamás, me llené la boca de frutos rojos y miré asombrada las nieves del Tronador.

Estaba con mis padres en la casa de unos amigos que hacía muchos años habían elegido ese rincón del mundo para vivir y que nos brindaron su casa y su afecto. Con ellos , conocí varios chicos del lugar , que para mí eran sumamente extraños (con el tiempo descubrí que la extraña era yo), eran mapuches , de muy pocas palabras y de cabellos muy negros. Me enseñaron quien era Antú , el pehuén, la ruca, los "chatos", el cultrún y que yo era una "huinca". Nos entendíamos con el lenguaje universal de los chicos de cualquier parte "jugando", sin las diferencias que los adultos imprimen a los pueblos. Me enseñaron que otros "huincas" se habían quedado con sus tierras y que lo único importante era la Pacha Mama, con ellos una tarde conocí el lago Lolog y tambien su historia........
Hace muchísimo tiempo, donde hoy se halla el lago Lolog, había un lago pequeño rodeado por menucos y pantanos. Lo llamaban: "Paila-Có" (agua tranquila), por la serenidad que siempre reinaba en él. Cerca vivía una familia
mapuche. Tenían una hermosa hija que acostumbraba peinarse en la orilla del laguito cada día.
Sucedió que una fresca mañana de otoño, escuchó una voz que desde el lago la llamaba. – “Soy joven y estoy solo en mis dominios. Si vienes conmigo serás una reina rica y feliz”. La niña, hechizada, decidió seguir al joven de relucientes vestiduras y voz cautivante, sin escuchar los gritos y ruegos de sus padres que la llamaban para que no los abandonara. Había pasado un año, cuando un día apareció la niña en la ruca de sus queridos padres, ataviada con ricos vestidos y joyas de oro y plata. –“¡No estéis tristes!” les dijo, “yo soy feliz y cada año vendré a verlos, pues lo único que me falta es el cariño de ustedes. Ahora tengo que irme”... El padre, desesperado, agarró fuertemente a su hija para impedir su partida diciéndole: -“¡No te dejaré ir sin nosotros! Eres nuestra hija”... De repente se escuchó un fuerte temblor y un viento huracanado se llevó a la muchacha. Al mismo tiempo la ruca se fue hundiendo en el menuco junto a los angustiados padres, y el lago se fue agrandando hasta llegar a lo que es hoy el lago Lolog. Allí, en el fondo, están hoy viviendo felices con su hija de larga cabellera y el joven rey. Cuentan los pobladores más antiguos, que en algunos días muy calmos se puede observar a través de las profundas aguas transparentes, la vieja ruca y sus felices moradores, y que si alguna vez, añorando su perdida tierra verde, suben a la superficie para recordar, el lago se estremece y se desencadenan tormentas que sacuden las tranquilas aguas del lago y nadie se atreve a acercarse a él, y menos a navegar sus aguas.........


Siempre voy a recordar la tarde que llegamos al Lolog, tenía sus aguas calmas como un espejo y había un sol tibio que atenuaba el fresco de mi cara, al poco rato el cielo se volvió de plomo y el viento insoportable, la tormenta nos empujó al auto y desde allí lo vimos encresparse con furia.

Desde entoncés sé que esos hermanos mapuches saben y comprenden su lugar en el mundo........

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